TRANSATLÁNTICO, 2012-2013
Fotografía analógica 120
Hyde Park SandroA_006

Hyde Park. Londres

Martin frontal 3

Martin. Londres

Hallfield Estate 1

Hallfield Estate. Londres

Mohammed SandroA_052

Mohammed. Londres

Hyde Park árboles 2021

Deshojamiento. Londres

Royal Beer Ballet 1 sandro 4

Royal Beer Ballet I, Londres

Royal Beer Ballet 2 SandroA_046

Royal Beer Ballet II. Londres

Mi hermana 2021

Mi hermana. Londres

Maria con plantas 2021

Maria y la paloma. Londres

Angel 2021 (6)

Angel. Londres

Tienda de pelucas SandroA_050

Tienda de pelucas. Londres

Dos amigos disfrazados SandroA_047

Dos amigos disfrazados. Londres

Tres amigas van de fiesta SandroA_049

Tres amigas van de fiesta. Londres

Maria en la ventana SandroA_053

Mudanza. Londres

Pour-For SandroA_078

Pour / For. París

Torre Eiffel SandroA_015

Torre Eiffel. París

Mérida columnas SandroA_010

Columna romana. Mérida

Coliseo de Roma SandroA_011

Coliseo de Roma. Roma

Tendedero SandroA_042

Tendedero. Venecia

Jacopo y Silvio SandroA_001

Jacopo y Silvio. Venecia

El niño de la rana 2021

Tarde de pesca. Venecia

Góndolas con dos mujeres SandroA_007

Muelle I. Venecia

Plegarias sandro (2) 2

Plegarias. Venecia

Casa Peschiera Borromeo re final SandroA_044

Balcón roto. Milán

Arboles río Adda 2021

Río Adda. Milán

Eloy

Eloy. Milán

Mamá y Alfonso SandroA_048

Mamá y Alfonso. Milán

Lisboa_008

Entrada a Lisboa. Lisboa

Góndolas SandroA_009 final

Muelle II. Venecia

Los Agostini SandroA_061

Los Agostini. Venecia

Europa siempre fue para mí un repositorio de arte. En el momento de aquel primer viaje, Reino Unido todavía no se había salido por la puerta del Brexit; alguna pertenencia a la comunidad europea le debía. Tomé el avión y subí con la cámara analógica, porque si habría de mirar un continente viejo quería procesarlo, tanto en lo reflexivo como químico, con la tecnología precedente. Nada de apariciones inmediatas en una pantalla. Optar por resguardar el tiempo hasta volver.

He abordado un tren español con trayecto de olivares y toros, oyendo a dos músicos gitanos que tocaban Sabor a mí, mezclándose el paisaje con el regreso sonoro a casa. En un bar parisino, acompañado de mi equipaje de llegada, el barman me dijo que me parecía a Messi. Lo mismo el oficial de Migraciones en Heathrow. En Venecia, congestioné un balcón con siete italianos que buscaban fumar de mi puro cubano, porque lo latino puede cosecharse desde Pinar del Río hasta el Gran Canal. Como la noche en que Martin me llevó a una playa de guijarros en el mar del Norte, y desvaneciendo las fronteras, me dijo: “Esas luces del frente son Alemania”.

He dejado mi mirada extática, colgada como tantos cuadros de sus museos durante interminables horas (Un baño en Asnières fue de una devoración jamás conocida, intentando retener su integridad casi una hora frente a Seurat, y mi hermana lamentando su decisión de acompañarme). De todo ese periplo guardo una libreta con cientos de títulos de pinturas escritos con desenfreno. Pero nada de lo contado se ve aquí porque la fotografía no extiende su poder sobre lo invisible, no abarca la memoria subyacente de cada paso que damos. De cada relato interior. Entonces, ¿qué hay en esta Europa que volvió conmigo en carretes de película? Los otros pasos que detuvieron al mismo desconocido.

Sandro Aguilar