DÍA DE LOS MUERTOS, 2019-2022
Fotografía digital
Panorama y pareja DSC_3171 des

Paisaje n.º 1

Familia Romero DSC_3141 des

Familia Romero

La Muerte DSC_3124 des

La muerte pintando

Cruz quemada DSC_3136 des

Cruz quemada

Elmo subiendo DSC_3151 des

El ascenso de Elmo

Elmo con su tía DSC_3166 des

Elmo y su abuela Ambrosia

Elmo y su mamá DSC_3162 des

Elmo, su abuela Ambrosia y mamá Anatolia

Sombrillas familia DSC_3178 des

Paisaje con familias

La bruja y escoba DSC_3174 des

La escoba

Danzantes DSC_3252 des

Pastores y Huaylías I

Danzantes DSC_3242 des

Pastores y Huaylías II

Danzantes díptico

Danzantes de Ayacucho

Beso DSC_3186 des

El beso

Mototaxi y señora DSC_3224 des

Nichos

Auto DSC_3217 des

El carro azul

Señora globos DSC_3271 des

Vendedora de juguetes inflables

Te queremos

Te queremos

El Joker web

El Joker

Feliz web

Feliz

Pabellón web_6461 re

Alturas

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Paisaje n.º 2

Burbuja, cometa web

Ícaro

Lápidas web

Lápidas

Tres hermanas web

Las hijas de Adriana

Perros cut web

Otras familias

Danzante de tijeras web

Maestro Gavilán

Familia web

Teodora y su familia

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Todos los caminos

Músicos web_6858

Músicos

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Paisaje n.º 3

En el distrito de Villa María del Triunfo hay un sector que se llama Nueva Esperanza. La paradoja de su nombre reside en acoger al camposanto más grande del país: el cementerio Virgen de Lourdes. Se calcula que en sus 60 hectáreas se albergan más de un millón de nichos. En el Perú somos 33 millones de habitantes. Visto desde cualquiera de sus cuestas, el panorama parece trazar un mapa simbólico de nuestra planificación urbana: un planteamiento provisional que va creciendo sin orden. De esta manera, el cementerio se aproxima cada vez más a las casas –o viceversa–, lo cual parece, en perspectiva, un vecindario uniforme de viviendas coloridas. El poblador que subió a los cerros de la capital para hacerse de un hogar hizo también de esta geografía su tumba. Ese repliegue convirtió aquellas lomas –que otrora servían para delinear el desierto o la instalación de torres eléctricas– en nuevos barrios. Los cementerios también explican cuánto crecen las ciudades.

Pero la muerte no solo es pesadumbre. También es danza, música, licor. Un ritual mundano que honra el dolor en cada visita. Acompañar a los muertos es compartirles la vida nuevamente, tal como la apetecían.

Las tumbas de Nueva Esperanza se levantan sobre la tierra seca con sus túmulos de piedras, grutas, lápidas, mausoleos, tomando en cuenta toda providencia material que se disponga para proteger el reposo. Y, sobre todo, concibiendo su fin como centro de recepción para reunir a los fieles invitados que se presentan en aquella fiesta: los que ya son humus con sus espíritus viajeros, y los que estamos con corriente sanguínea evitando el día.

Sandro Aguilar